jueves, 24 de enero de 2013

MANUAL PARA COMER LA PAELLA VALENCIANA ENTRE FAMILIA O AMIGOS

Esto ha formado parte de la tradición oral de nuestro pueblo. Se ha ido transmitiendo de padres a hijos (con alguna colleja que otra, cuando la ocasión lo merecía). Para mí el momento sublime, es el del "socarrat". Esas miradas de reojo, para ver quien abandona paras tener más parte...Ese frenético choque de cucharas, que da paso a la anarquía mas absoluta.¡ Creo firmemente que esta tradición debería de elevarse a la categoría de ARTE!

He aquí el ritual que hay que seguir, obligatoriamente, para comer paella valenciana. Se ruega seguimiento escrupuloso de las normas.

MANUAL PARA COMER
LA PAELLA VALENCIANA ENTRE FAMILIA O AMIGOS .

Si come de la Paella, Vd. debe saber:
La paella es como una caja de quesitos en porciones.
Los jugadores están distribuidos alrededor de la paella de forma equidistante.
A cada jugador le corresponde solo el quesito que tiene delante de sus narices.
El cubierto oficial del juego es la cuchara de madera o metal.
Si el jugador quiere exprimir limón en su área, deberá tener autorización verbal de sus dos vecinos, a los que procurará no salpicar.
El juego comienza cuando el macho dominante de la manada dice "Vinga que es gela l'arròs!" (Tr.: ¡Venga, que se enfría el arroz)
Si la paella está buena, el elogio al cocinero se hará de forma intermitente cada dos cucharadas durante toda la comida.
Los tropezones que hay en cada sector son propiedad del jugador titular de ese espacio. Si algún elemento integrado en su zona no es del gusto del jugador lo depositará delicadamente en el centro de la paella para que lo disfrute otro jugador.
Las piezas de carne cuando salen de la paella no pueden volver, ni por partes, ni en los huesos.
Si alguien invade el espacio de otro jugador sin permiso, será amonestado, a la segunda oirá aquello de "eres un poc fill de puta" (Tr.: Eres un poco malandrín) y tendrá que pagar los carajillos.
Se entiende que un jugador abandona, cuando apoya la cuchara en el borde de la paella y dice "Estic fart, ja no puc més!" (Tr.: Estoy harto, no puedo más) En ese momento su zona queda franca y puede ser ocupada.
Queda terminantemente prohibido girar la paella para acceder a otro punto donde aún queda arroz.
Si la paella baila alguien deberá coger del asa para estabilizarla. El/los jugador(es) que se ocupen de este cometido recibirán elogios del resto, que se emplearán a fondo para mantener siempre llena la copa de vino del esforzado estabilizador durante toda la comida.
Cuando se toca hierro con la cuchara, en las postrimerías de juego, los valencianos se enfrentan al "Socarrat", es un momento glorioso donde el nerviosismo cunde. El frenesí es tal, que aquello parece una prospección petrolífera. Los que no participan en el festín deben relajarse y esperar el postre.
La partida acaba cuando los jugadores se retiran o ya no queda nada en la paella, señal indiscutible que estaba buena o había mucha hambre.

martes, 22 de enero de 2013


¡Los musulmanes también amán a Jesús!


 Esta es la historia de un débil anciano que amó y temió a Dios; un hombre anciano, llamado Zacarías, que había pasado su vida ganando conocimiento y enseñando a otros, solamente para la complacencia de Dios. El Corán narra su historia en los Capítulos 3 y 19, y es similar a la historia narrada en el evangelio cristiano de Lucas[1]. Sin embargo,  nosotros nos concentraremos en lo que tiene que decir el Corán acerca de este hombre bendito, porque los musulmanes creen que el Corán ha permanecido sin cambios desde su revelación; mientrque los mensajes previos han sido perdidos, cambiados o distorsionados.
Alguien no familiarizado con el Islam puede sorprenderse al saber que los musulmanes también aman a Jesús. Un musulmán no dirá el nombre de Jesús sin añadir respetuosamente las palabras “que la paz sea con él”. En el Islam, Jesús es un amado y estimado hombre, un Profeta y Mensajero que llamó a su gente a adorar al Único y Verdadero Dios.
Los musulmanes y los cristianos comparten algunas creencias muy similares acerca de Jesús. Ambos creen que Jesús nació de la Virgen María y ambos creen que él fue el Mesías enviado al pueblo de Israel. Ambos creen que Jesús retornará a la tierra en los últimos días. Sin embargo, en los detalles son mundos diferentes. Los musulmanes creen con certeza que Jesús no es Dios, él no es el Hijo de Dios y él no es parte de la Trinidad.
En el Corán, Dios les habló directamente a los cristianos cuando dijo:
“¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión.  No digáis acerca de Dios sino la verdad: En verdad el Mesías, Jesús hijo de María, es el Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed en Dios y en Sus Mensajeros.  No digáis que es parte de la trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Dios es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Dios es suficiente como protector”. (Corán 4:171)
Así como el Islam categóricamente niega que Jesús fuese Dios, también rechaza la noción de que el ser humano nace manchado por cualquier forma de pecado original.  El Corán nos dice que no es posible para una persona cargar los pecados de otros y que nosotros somos responsables, ante Dios, sólo por nuestras propias acciones.  “Nadie cargará con culpas ajenas”. (Corán 35:18)  Sin embargo, Dios, en su infinita Misericordia y Sabiduría, no ha abandonado a la humanidad. Él ha enviado guía y leyes que revelan cómo adorarlo y vivir de acuerdo a sus mandatos. A los musulmanes se les pide creer y amar a todos los profetas; rechazar a uno es rechazar el credo del Islam. Jesús fue solo uno en esta larga línea de Profetas y Mensajeros, llamando a la gente a adorar a Un solo Dios. Él vino específicamente a la Gente de Israel, quienes se había, en ese tiempo, perdido del camino recto de Dios. Jesús dijo:
“He venido para confirmaros lo que os había llegado anteriormente en la Tora y para haceros lícitas algunas de las cosas que se os habían prohibido. Y os he traído un signo de vuestro Señor. Temed a Dios y obedecedme. Dios es mi Señor y el vuestro. Adoradle, pues. Éste es el sendero recto”.  (Corán 3:50-51)
Los musulmanes amamos y admiramos a Jesús. Sin embargo, nosotros lo entendemos, a él y a su papel en nuestras vidas, de acuerdo con el Corán y con las narraciones y dichos del Profeta Muhammad. Tres capítulos del Corán presentan la vida de Jesús, su madre María y su familia (la Familia de Imran); cada uno revela detalles no encontrados en la Biblia.  
El Profeta Muhammad habló de Jesús muchas veces, una vez describiéndolo como su hermano.  
“Yo soy el más cercano de toda la gente al hijo de María, y todos los profetas son hermanos, y no ha habido ningún profeta entre él y yo”. (Sahih Al-Bujari)
Sigamos la historia de Jesús a través de las fuentes islámicas y comprendamos cómo y por qué su lugar en el Islam es de tal significado.
El primer milagroEl Corán nos informa que María, la hija de Imran, era una joven mujer soltera, casta y piadosa, devota de la adoración de Dios. Un día, mientras estaba en retiro, el Ángel Gabriel vino a María y le informó que ella iba a ser la madre de Jesús. Su respuesta fue de temor, asombro y consternación. Dice en el Corán:
“Lo convertiremos en un signo para la humanidad y una misericordia”. (Corán 19:21)
María concibió a Jesús, y cuando el tiempo de que él naciera llegó, ella se alejó de su familia y viajó hacia Belén. Al pie de un árbol de palma de dátiles, María dio a luz a su hijo Jesús.[1]
Cuando María hubo descansado y repuesto del dolor y el temor relacionados con dar a luz sola, se dio cuenta de que debía retornar a su familia. María estaba asustada y ansiosa mientras envolvía al niño y lo arrullaba en sus brazos. ¿Cómo le sería posible a ella explicar el nacimiento de él a su gente? Ella hizo caso a las palabras de Dios y tomó el camino de vuelta a Jerusalén:
“Cuando veas a algún hombre dile: Por cierto que he realizado un voto de silencio por el Compasivo, y no hablaré con nadie hoy. Ella Se presentó ante su pueblo llevándolo en brazos [a Jesús]”. (Corán 19:26-27)
Dios sabía que si María trataba de dar explicaciones, su gente no le creería. Entonces, en Su sabiduría, Él le dijo que no hablara. Desde el primer momento en que María se aproximó a su gente ellos empezaron a acusarla, pero ella sabiamente siguió las instrucciones de Dios y se rehusó a responder. Esta tímida y casta mujer apenas apuntó al niño en sus brazos.
Los hombres y mujeres que rodeaban a María la miraban incrédulamente y exigían saber cómo podrían hablarle a un niño de brazos. Entonces, por el permiso de Dios, Jesús, aún siendo un bebé, hizo su primer milagro. Habló:
“Por cierto que soy el siervo de Dios. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido doquiera me encuentre, y me ordenará hacer la oración y pagar el Zakát mientras viva. Y me hará benevolente con mi madre. No dejará que sea soberbio ni rebelde. La paz fue conmigo el día que nací, será conmigo el día que muera y el día que sea resucitado”. (Corán 19:30-34)
Los musulmanes creen que Jesús fue el Siervo y Mensajero de Dios enviado a los israelitas de su tiempo. Hizo milagros por la voluntad y el permiso de Dios. Las siguientes palabras del Profeta Muhammad claramente resumen la importancia de Jesús en el Islam:“Quien dé testimonio de que no hay dios sino Dios, sin asociado, y que Muhammad es su Siervo y Mensajero, y que Jesús es Su siervo y Mensajero, una palabra que Dios le dio a María y un espíritu creado por Él, y que el Paraíso es real, y que el Infierno es real, Dios lo admitirá a través de cualquiera de las ocho puertas del Paraíso por la que quiera ingresar”. (Sahih Bujari y Sahih Muslim

lunes, 21 de enero de 2013

Visitar al enfermo



visitar al enfermo
visitar al enfermo
En el Nombre de Allâh El Clemente, El Misericordioso. Las alabanzas son para Allâh quien nos ha guiado al Camino Recto y nos ha hecho estar entre aquellos que le obedecen, nos ha honrado con el Islam y nos guió a la fe. Que las bendiciones de Allâh sean con el sello de Sus Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que se le confió, aconsejó sinceramente a su nación y se esforzó valerosamente por la causa de Allâh, hasta que le llegó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.Respetados hermanos y hermanas, la Jutbah de hoy trata acerca de la visita a los enfermos:

La belleza de nuestro Dîn, es que nuestra Sharî'ah protege los derechos de la hermandad y nos enseña las etiquetas necesarias para proteger estos derechos, y entre los derechos de la hermandad y dentro de los Ajlâq (conducta islámica) que el Islam nos enseña, se encuentra la visita a los enfermos. La bondad del Islam abarca todos los aspectos de piedad y contiene todas las buenas acciones y buen Ajlâq.

Nuestro Dîn nos enseña que cuando hablemos digamos cosas que son buenas, mantenerse paciente en las dificultades, y perdonarse después de una disputa. Hablar bien y las obras buenas crean amor y fortalecen las relaciones. El Islam nos enseña a estar siempre prestos para ayudar a los otros y a ser misericordiosos, compasivos, ser leales, compartir la alegría y demostrar la hermandad en las condiciones adversas. Entre las condiciones adversas se encuentra la enfermedad.

¿Cuáles son las recompensas de visitar a un enfermo? Para responder esta pregunta veremos algunas de las virtudes que se encuentran a la luz del hadîth, pero antes de ello debemos comprender que aquel que se enferma tiene un derecho sobre nosotros, y este derecho es el de visitarlo.

El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Un musulmán tiene seis derechos sobre su hermano musulmán”. Los sahâbah le preguntaron acerca de cuales eran estos derechos, entonces el respondió diciendo: “Cuando te encuentras con alguien salúdalo con el salâm; cuando te invitan, acepta su invitación; si te piden un consejo, dalo; si estornuda y dice “alhamdulillâh”, debes responderle diciendo “Yarhamukallâh”; si se enferma, visítalo; y cuando muere, acompañar su ÿanazah”.

Era una costumbre de los sahâbah (radiallâhu ‘anhu) que si alguno de ellos era extrañado se preguntaba por él, si estaba ausente se hacia Du‘â por él y se preocupaban por el bienestar de su familia, si estaba presente lo visitaban, y si estaba enfermo lo visitaban.

Visitar a los enfermos crea bondad y ternura en el corazón, aparta la soledad, reduce el dolor y es una manera de consolar al enfermo y a su familia. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ciertamente Allâh, Alabado y Exaltado sea, dirá el día del Juicio: “¡Hijo de Adam! Estuve enfermo y no me visitaste”. Dijo: “¡Señor! ¿Cómo te voy a visitar si Tú eres el Señor de los mundos?” Dijo: “¿Es que no sabías que mi siervo fulano enfermó y no lo visitaste? ¿Y no sabías que si lo hubieras visitado me habrías encontrado junto a él?” ¡Hijo de Adam! Te pedí de comer y no me diste. Dijo: “¡Señor! ¿Cómo te voy a dar de comer si Tú eres el Señor de los mundos?” “¿Acaso no sabías que mi siervo fulano te pidió de comer y no le diste? ¿Y no sabías que si le hubieras dado de comer habrías encontrado la recompensa en Mí?” “¡Hijo de Adam! Te pedí de beber y no me diste”. Dijo: “¡Señor! ¿Cómo te voy a dar de beber siendo Tú el Señor de los mundos?” Dijo: “¡Te pidió de beber mi siervo fulano y no le diste! ¿Acaso no sabías que si le hubieras dado de beber habrías encontrado la recompensa en Mí?”. (Muslim).

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando un musulmán visita a otro que está enfermo, por la mañana, rezan por él setenta mil ángeles hasta que anochezca. Y si lo visita por la noche, rezan por él setenta mil ángeles hasta que amanezca. Y tendrá además, a su disposición, una cosecha de frutos maduros recogidos en el Jardín”.

Dijo también el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “El que visita a un enfermo estará bajo la misericordia de Allâh hasta que regrese y si el permanece sentado ahí estará sumergido en la Rahmah (Misericordia) de Allâh”. (Muatta Ibn Malik; Musnad de Ahmad).

Dijo El Prodeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “El que haga wudû correctamente y visita a su hermano musulmán enfermo, con la esperanza de ganar la recompensa de Allâh, será alejado de Ÿahannam por setenta años”.

Otro asunto que debemos comprender es que al visitar a un enfermo le estamos dando una alegría y esto se manifiesta en su corazón. El acto de crear alegría en el corazón de un creyente es también un medio de ganar una gran recompensa de Allâh. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “El que visita o se reúne con su hermano musulmán solo por el propósito de alegrarlo Allâh lo hará feliz en el Día del Qiÿamah”. (Attabarani). También dijo: “De entre todas las acciones la mas amada por Allâh está alegrar a otro musulmán”. Dijo también: “Para cualquiera que haga feliz un hogar musulmán, no habrá otra recompensa que el Ÿannah”.

Conozcamos a continuación algunas de las etiquetas que uno debe observar cuando visita un enfermo: Se debe parar en la cabecera de la persona enferma y poner su mano en el lugar donde tiene dolor y decir: “No te preocupes. Es purificación, Insha Allâh”. El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) igualmente nos enseño el siguiente Du‘â: “Si alguien visita a un enfermo, que diga ante él siete veces: “As’alu Allâh Al ‘Adhîm, rabba al ‘arshi al ‘adhîm an yashfiyaka” (Pido a Allâh, El Inmenso, Señor del gran Trono, que te cure). Allâh lo curará  de esa enfermedad”. En una narración se dice que Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Cuando alguien visita a un enfermo debe hacer el siguiente Du‘â: Allâhumma rabba an nâs, adhhib al ba’s, ishfi anta ash-shâfi, la shifâ.a illa shifâ.uka, shifâ.an la yugâdiru saqaman (¡Oh Allâh, Señor de las personas. Ahuyenta el mal y cura. Tú eres el que sana y no hay más curación que la Tuya. Una cura que no deja secuelas)”.

Entra las etiquetas al visitar al enfermo están: que la visita debe ser breve, no hacer demasiadas preguntas al enfermo, no involucrar al enfermo en conversaciones prolongadas, no hablar de cosas que le hagan sentir triste, no mencionar cosas que aumentaran su dolor, no hablar en frente del enfermo acerca de gente que al el no le gusta, hablarle solo buenas cosas acerca de su familia y sus hijos, tratarlo con compasión amor y ternura, hablarle de cosas que le hagan feliz, no hacerle perder la esperanza en su recuperación, ayudarlo si necesita ir al doctor, etc.

Nuestro Dîn nos enseña que para visitar al enfermo no es necesario llevar regalos, estas son solo formalidades y costumbres, no son parte de los etiquetas islámicas de visitar al enfermo, mas que regalos la persona enferma necesita Du‘â y palabras amables. Si el enfermo es necesitado o pobre entonces se le puede dar algo como sadaqah para ayudarlo. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) también nos enseño que cuando visitamos al enfermo debemos pedirle que haga Du‘â por nosotros pues el Du‘â de la persona enferma es aceptado.

Quiera Allâh concedernos la capacidad de entender estas enseñanzas y ponerlas en práctica. Amin.

Was-salâmu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh