Diez años de trabajos en el monumento permiten aclarar sus incógnitas y mejorar las posibilidades de explotación turística
La mezquita más antigua de Extremadura, una fortaleza única en Hispania, una iglesia que se creía perdida. Estas y más sorpresas escondía la Alcazaba Árabe de Mérida, un monumento que en los últimos años ha pasado de ser considerado un enclave secundario a pieza clave en la historia de la ciudad.Tras el Teatro y el Anfiteatro, la Alcazaba Árabe se ha convertido en el segundo monumento más visitado de Mérida. Una conferencia impartida por Santiago Feijoo y Miguel Alba en el Seminario de Patrimonio del Consorcio de la Ciudad Monumental desvela las intervenciones que se han llevado a cabo en el recinto en los últimos diez años, que explican por qué este espacio ha ganado en atractivo tanto para los turistas como para los investigadores.
Las actuaciones en la Alcazaba Árabe forman parte de un Plan Integral elaborado por el Consorcio entre los años 1999 y 2000. Ante la dificultad para conseguir financiación para ejecutarlo, el proyecto se dividió en pequeñas intervenciones, lo que ha facilitado el acceso a fondos de distintas instituciones. El colofón a este trabajo se obtuvo con la restauración y consolidación de las murallas del monumento, a lo que el Gobierno y la Junta destinaron un millón de euros
Nuevas investigaciones
Como repasó Miguel Alba en la citada conferencia, los investigadores del Consorcio han aprovechado este tipo de proyectos de intervención para mejorar en el conocimiento del monumento y desvelar algunas de las incógnitas que presentaba.Hasta hace unos años, los especialistas aún consideraban que la construcción de la Alcazaba se remontaba a época visigoda, debido a que su planta es de estilo bizantino y a la decoración que muestran algunos elementos. Los trabajos del Consorcio, centrados tanto en el exterior como en el interior del recinto, han permitido aseverar que se trata de una construcción islámica más importante de lo que se creía.En el caso del exterior, se ha podido comprobar que la Alcazaba estaba defendida por un foso. También se ha descubierto un antemuro que defendía las torres que se pueden contemplar en la calle Graciano y que, por su estado actual, parecían fortificaciones exentas. Una de estas torres desapareció en la que hoy es la calle Ciñuelas.
También se ha podido estudiar los paramentos originales y otros lienzos que fueron fruto de una restauración posterior. Esto indica que en un primer momento se construyó de forma eficaz, pero quizá con demasiada rapidez, lo que causó problemas en años posteriores. La explicación que se maneja es que servía tanto para albergar tropas que defendieran la ciudad como para defenderse de los propios emeritenses, que causaron no pocas revueltas durante los primeros años de dominación musulmana. Esto se ha visto refrendado con la documentación de una torre defensiva en el Alcazarejo que miraba hacia el casco urbano.En cuanto al interior, ha sido crucial el estudio del aljibe, que algunos estudiosos consideraban anterior a la Alcazaba debido a que empleaba elementos romanos y a que su planta no estaba alineada con la construcción islámica.
Sin embargo, se ha podido atestiguar que es de la misma época que el monumento y que su complejidad le confería una utilidad especial. La planta es distinta a la del recinto militar porque estaba enfocada a La Meca, lo que ha permitido aseverar que en su primera planta albergaba una mezquita, la más antigua de la Lusitania. Como sucedió durante la Reconquista, este lugar de culto fue 'reutilizado' por los cristianos, lo que ha permitido identificar el lugar de la antigua iglesia de Santa María del Castillo o Santa María la Blanca, una incógnita para los historiadores.
En la cisterna del aljibe se ha podido documentar un vaso más profundo, para lo que en tiempos se hizo una excavación que puso en peligro toda la torre. Los especialistas creen que esta ampliación se llevó a cabo en tiempos de sequía para asegurar el abastecimiento a las tropas.Todas estas novedades llevan al Consorcio a pensar que el monumento no era solo un recinto militar defensivo, sino también una construcción denominada ribat-fortaleza, que acogía a órdenes militares islámicas (un precedente de las cristianas) que acudían a zonas de conflicto para defender su fe. Estos recintos son propios del norte de África, pero aún no se había documentado ninguno en Hispania, hasta que se ha profundizado en el conocimiento de la Alcazaba Árabe de Mérida.
JUAN SORIANO MÉRIDA. hoy digital Citado por Islam Extremadura
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