Edificios enteros de viviendas en Gaza no están conectados a ninguna fuente de agua corriente (Eva Bartlet / InGaza.blogspot.com)
Gaza es una caja rectangular. De largo, 40 kilómetros; de ancho, 9,5.
Ahí dentro malviven 1,4 millones de personas absolutamente aisladas del mundo: no puede entrar comida, no entra combustible, no entra medicina, no entra cemento porque, aunque los palestinos lo necesitan para reconstruirse tras cada ataque, “puede ser usado para fabricar armas”, dice Israel constantemente. Así llevan desde 2007.
Con ese casi millón y medio de personas conviven todos estos problemas y bastantes más:
Más del 60% de las familias padecen actualmente “inseguridad alimentaria”, según Naciones Unidas.
En un territorio tan pequeño, si no puedes exportar, no puedes trabajar. El desempleo en Gaza es superior al 40 por ciento.
¿Y de qué comen? Cuatro de cada cinco habitantes de Gaza dependen de la ayuda humanitaria.
El 12% de las muertes entre jóvenes se deben a la diarrea que les provoca la mala calidad del agua y el mal estado crónico del sistema de alcantarillado.
La ofensiva militar de principios de las Navidades de 2009 arruinó el 17 % de las tierras de cultivo, junto con invernaderos y dispositivos de riego, y dejó otro 30% dentro de nuevas zonas de inseguridad que Israel determinó temporalmente intransitables.
En esa misma Operación Plomo Fundido, 280 de las 641 escuelas de Gaza sufrieron daños y 18 fueron destruidas.
Más de la mitad de los habitantes de Gaza son menores de 18 años.
El 90% de la población de Gaza sufre cortes diarios de energía.
De vez en cuando, para aligerar la presión internacional, Israel permite a algunas agencias internacionales entrar con “suministros estrictamente limitados y que sufren frecuentes retrasos”, según Amnistía Internacional.
El primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu tiene que estar por recibir estos días un buen montón de firmas: 36.000. Son las que ha recogido Amnistía Internacional solo en España “para pedir el fin inmediato del bloqueo que asfixia a la población de la Franja y la apertura de todos los pasos fronterizos que están bajo su control para permitir las exportaciones y la entrada de productos de primera necesidad, material educativo, equipos médicos y materiales necesarios para la reconstrucción”.
Torre de control en Qalqilya (Tom Spender/IRIN)
lunes, 6 de diciembre de 2010
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