martes, 23 de marzo de 2010

«Anar a Orà», Un libro evoca la emigración de cientos de jornaleros alicantinos a Argelia

La Fundación CIRNE acoge presentación de «Anar a Orà», de los pobleros Gabriel Gilabert y Antoni Pascual. Un libro evoca la emigración de cientos de jornaleros alicantinos a Argelia
En el puerto, los emigrantes que iban a Argelia, a punto de embarcar en el vapor que les llevaría al norte de África. :: ARCHIVO ANTONIO CHORRO

EMIGRACIÓN
Causas. El mal momento económico forzó a miles de alicantinos a buscar un trabajo mejor remunerado en Argelia.
Ruta. La primeras embarcaciones partieron de Xàbia. Luego se sumó Dénia y con el tren, los vecinos de la Marina Alta pasaron a embarcar en Alicante.
Fin. La guerra Civil frenó el flujo. Después se retomó en los años 50 hasta que Argelia logró la independencia de Francia.

Imaginar a valencianos, hartos de miseria, navegando a bordo de una patera con rumbo a la promesa de África parece impensable hoy en día. Pero esta travesía de emigrantes a la inversa todavía ocurría hace poco más de 50 años.

Antoni Pascual Bolufer y Gabriel Gilabert Marqués recuperan en «Anar a Orà» la historia de muchos vecinos de la Marina Alta que, con un equipaje de dos mudas, algo de conservas, tabaco y una màrfega, que llena de paja se convertiría en su cama itinerante, embarcaban en el vapor con destino Argelia.

La emigración a África empieza a finales del siglo XIX. La crisis en la industria de la uva pasa y el hambre incitaban a muchos hombres a dejar su hogar en busca de trabajo. El viaje a Argelia, zona bajo ocupación francesa, era corto (en menos de un día se cubría el trayecto), más barato que ir a cualquier provincia española y los sueldos, altos y cobrados en francos, se revalorizaban todavía más al cambio con la peseta.

Xàbia se erigió en puerto de salida inicial para cientos de emigrantes. El «Buenaventura» cubría la línea de forma regular y servía de vehículo a todos los jornaleros que recalaban en campos de Argel u Orán para la siega y recogida del esparto. La baronía de Calp, la Vall del Pop junto con Benitatxell o Xàbia también proveían al país africano de expertos en la poda de la vid.
Hubo quien hizo uso de las ventajas para conseguir la nacionalidad francesa y se quedó con toda la familia. Allí hubo bodas entre valencianos y en los pueblos de origen, mujeres que necesitaban que las tiendas les fiasen para sobrevivir hasta el regreso de sus maridos.
El flujo migratorio se prolongó desde 1880 hasta que estalló la Guerra Civil. Después, en la dura posguerra franquista hubo un amago de recuperar la ruta allá por 1952. Sin embargo, la lucha por la independencia de Argelia disuadió a los vecinos de la Marina Alta y provocó un éxodo de los allí establecidos. Algunos no regresaron a su tierra sino que, como franceses, marcharon a su nuevo país y fueron bautizados «como pied noir»

Testimonios vivos, datos y un análisis del fenómeno de «Anar a Orà» son recogidos en el libro de los autores de Poble Nou de Benitatxell

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